La trampa al compararnos

Dicen por ahí que las comparaciones son odiosas, pero es inevitable compararse y ser comparado.

 

A menudo escuchamos, de nuestra boca o la del otro, frases como éstas:

- <<Fíjate qué suerte ha tenido en la vida, le ha venido todo hecho y yo, sin embargo, por más que me esfuerzo...>>

- <<Él tiene esto y lo otro y lo de más allá y yo no tengo nada>>

- <<Todas las parejas hacen eso menos nosotros>>.

- <<No es justo, todo el mundo es feliz menos yo, a todo el mundo le van las cosas mejor que a mí>>.

 

¿Qué ocurre para que cada vez que nos comparamos salgamos perdiendo?, ¿Realmente todos los demás son mejores, más habiles, más afortunados, más felices, más capaces, más de todo?

Curioso, ¿Verdad? Si le decimos al conejito de la izquierda que no se fíe de las apariencias, probablemente no nos crea. ...
Curioso, ¿Verdad? Si le decimos al conejito de la izquierda que no se fíe de las apariencias, probablemente no nos crea. ...

Los protagonistas de la imagen ilustran nuestra historia, uno con mirada orgullosa al frente, el otro observando al primero y probablemente comparando su ramita con el vergel vecino.

Si ellos supieran...

No les han dicho que las cosas no siempre son lo que parecen ser. De todas maneras, aunque algún avezado se lo hubiera explicado, tampoco le habrían creído, porque  a las pruebas palpables se podrían remitir, ¿No?

Aunque, como ocurre al contemplar un iceberg, lo oculto se escapa de nuestra mirada y por tanto, también de nuestro análisis.

 

Una vez escuché en boca del sexólogo Joserra Landarroitajauregi una analogía (desconozco si era de su autoría o tomó la idea prestada) que nos puede resultar interesante como explicación. Relataba que:

Cada uno de nosotros alberga dos estancias diferenciadas,

  • Contamos con un adornado escaparate que mostramos públicamente,
  • Pero también abrigamos una trastienda privada donde vamos alojando aquello que no mostramos y que forma parte de nosotros.

Como tendemos a comparar el escaparate de los demás con nuestra trastienda, es dificil no salir perdiendo.

 

Ante los demás, solemos hablar de los triunfos, las victorias, las luchas, los éxitos y también algunas dificultades o derrotas, pero las menos. Para nosotros quedan las inseguridades, los rechazos, las debilidades y los secretos. 

 

Por eso, cuando a veces nos comparamos sin tener en cuenta los "escaparates y trastiendas" nos entrampamos, nos sentimos el más desafortunado de los desafortunados, el más inhábil de los inhábiles, el más infeliz de los infelices.

 

También ocurre que, en ocasiones, haya personas que subestimen nuestros esfuerzos o atribuyan nuestros logros a la suerte, porque también podrán pensar de nosotros que carecemos de ese cuartito oscuro.

 

Tal vez, estas ideas nos puedan aportar otros matices que contextualicen las comparaciones de nuestro día a día.

¿Alguna vez te has entrampado comparándote con los demás?, ¿En alguna ocasión te han juzgado sin conocer tu experiencia?, 

¿Cómo gestionas las comparaciones?

Cuéntanos tu vivencia.

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